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S/D del autor de la fotografía |
Dos mujeres en el baño. Una en el acto más precioso
que existe sobre la tierra: mirar con amor a la mujer que caga. Afuera las
espera un hombre para desclavarlas de todos los animales que se consumen cuando
las botellas hacen la madrugada
Noelia: Jajajajaja
Jesús: Qué hilarante el abismo, Noelia, ya bebiste tu
reflejo y ahora la carcajada te crece en flores. Abejas te perforan y ¡se fuga
la luz!
Noelia: Hay que incendiar a los sobrevivientes del
amor, o ponerlos en la avenida y pisarlos con el auto. Traer una motosierra y
descoserles la vida de un tirón.
Yo, la mujer de las botellas vacías declaro: ella me
vio mientras cagaba
Lucía: Que me deshilvanen el grito, pero no dejes que
me caiga una avenida atroz en los ojos, quiero seguir contemplando la belleza
que te huye. Vení Jesús, mirá vos también cómo se ahogan los versos de la
muñeca de Alejandra
Noelia: Yo me bajaba los calzones de puro cadáver
fuerte hacia fuera. Se me salían soretitos como lunas menguantes, cositas así,
huesos fríos. Y ella con sus ojitos en sangre, detrás de su jaula era un padre
preso en su nostalgia.
Me abrazaba y me quería coger como si yo fuera
Virginia Wolf.
Jesús: Y si eran lunas ¿habrás comido al lobo? y si
eran huesos ¿dónde la vida si ahora el cadáver? Oh la mierda, cielo, desde
arriba nos llueve el orín del dios y el óvulo muerto de su reina flota como un
sol que festejamos. Noelia, ¡viva la mosca!, Lucía, ¡viva la mosca que se posa
sobre la mierda y la delicia!
Noelia: En realidad comí lengua a la vinagreta. Por
eso me río. Porque ella ama las formas que van creando las muecas de dos
piernas abiertas sobre el inodoro. Es muy romántica, ¿sabías?
Jesús: Sabía. Le vi el sexo empapado en vino y tierra y lombriz. No
sabía. Le vi los ojos, los lunares, las nalgas, los corazones y el sol. Nos vi
en un baño público, haciendo la fila porque la muerte tarda en su inodoro.
(Hace el gesto de olfatear mientras sacude una mano) Adiós hermanas, aquí huele
a muerto, alguien se ha olvidado de cerrar la puerta. (Se retira. Sus
pantalones están mojados por la entrepierna y espesos por detrás. Se va riendo)
Lucía:
Sí, te vi montada al destrozo como el padre que se quedó en la otra vida, al
lado del espejo para bendecirte las manos. Te vi cagando y me estremecí en el
delirio del perfume. Tu orificio lleno de alaridos escribía la ternura furiosa
del color, como cuando los pájaros se cruzan en un atardecer y la fatalidad del
ardor no es más que la condena de una belleza tibia. Yo sé, vos te comiste a
Bukowski mientras la espera se hacía tinieblas. No sé Jesús dónde la vida si
ahora el cadáver, voy a cerrar la puerta, y me quedo adentro, porque yo sólo se
amar así.
Lucía Santillán, Noelia Palma, Jesús Borda