La conciencia no existe

a Jesús Borda


"La conciencia no existe, Pero aún así no hay derecho a tanto irse, a tanto viaje alrededor de mí"
Diarios de Alejandra Pizarnik, 16 de junio, 1962





Precioso, Jesús, estos días tu nombre fue azul en los cerros y más arriba. Te recordé en los Valles. Olvidé preguntarte qué tonos vivos emitió tu cuerpo cuando ocurrió la noche. 
Yo una vez subí, era verano, pero hacía mucho frío, tuve que abrirme para darle a mi violín el calor del autismo. Después fuimos izados con ternura y escalofrío. El rostro se habita por la desesperación de luces atravesando cuerpos. Y el enigma en las pupilas. Quisiera que los tres estuviéramos en los Valles, dedicando la mirada hacia lo alto. Vos estarías en el medio, entre N y yo, siempre en posición de cuidarte del poema, pero con las manos liberadas de las nuestras, para que nos digas cosas, como que las estrellas son otros planetas corrigiendo nuestro llanto. 

Pronto los poemas y el violín 

Lucía.




Jesusito:
Por un momento imagino que sos un nenito y entonces te digo: hola cosita bonita de la tía, y te siento a upa mientras cantamos una canción y te pregunto qué vas a ser cuando seas grande. Deposito en vos mi primer deseo y respondés: Astronauta. Y claro, cómo no vas a ser astronauta, mirá si te vas a quedar con los pies en la tierra. Hacés la demostración de tu nave espacial y jugando mostrás la primera incomodidad con tu cuerpo, en tu llegada a la luna los pies son pesados. La única urgencia será crecer para volar al espacio y hacer que una estrella fugaz te dure toda la noche. ¿Te imaginás el lenguaje fabuloso con los astros mientras viajás en tu nave? Se me olvidó decirte que ser poeta es bastante parecido, teniendo en cuenta que la sensación de libertad es una tragedia muy importante.
Que no te sea leve.
Noelia.

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