Anotaciones sobre la muerte




 
Lágrimas. Man Ray




a Leandro, que se mató de madre y de sombra





1

A Leandro le dolió la esperanza y se azuló. Era una esperanza como una cosa tibia del desencuentro con su madre.
No sé qué palabras dijo. Ni cómo se arqueó mientras se asfixiaba. Pero se llora.
Tan locura su cuerpo, me contaron, no cabía en la tumba. Es que la rabia siempre es enorme si mamá no lava el olvido.
Querido Leandro, a dios no le gustaba la belleza de tu piano en su casa. Porque le herías los espejos desérticos, ese mierdero de su advenimiento. Vos hermoseabas, él destruyó.
Te lo digo bien, no vuelvas a visitarlo en la próxima vida. Yo te espero con mis 5 años y la cocinita verde, para hacer los mismos masacotes con las manos y hornear.
Te prometo ya no escribir mi nombre en espejo para que no tengas que enseñarme de nuevo, ni enojarte.
Ya no hay agonías, eso sí, ahora lo terrible no puede corregirse.


2

Preparar la muerte como una casa cerrada
darle de comer a la asfixia
y doler

porque así es morirse
una parte del mundo puesta a relumbrar
esa multitud de gusanitos
galopando
con la fuerza de un caballo

y hundir la cara en la tierra
ahora
la frescura de todo lo malsano
el pedazo de cuerpo que no flota

la tristeza de la sombra llorando sobre el mármol 


Noelia Palma


3

Qué gesto será Dios
cuando un cuerpo se cierra
para nunca más excretar
en los ventanales señalados

y qué cuando un piano
se cubre de pus
 por las manos entumecidas
de exilio maternal

Dejo mi vela siempre despierta
para el niño que amordazó oxigeno
hasta invocar la omisión de una belleza sola.


Lucía Santillán