Querida
Lucía: lo único atroz es el rayito de olvido que te veo suplicar.
Yo sé que tu
corazón ya no es un corazón sino una cosita repleta de mundo vaciado. Octubre es
hipócrita igual que septiembre y no quedan siquiera esas plegarias. Tuvimos la
tristeza entre las manos y la hicimos alzar en comunión a los ángeles (esas
palabras zorras que son nuestro equipaje).
Hermana,
amiga, pequeño delirio de coágulos sobrevivientes, tan degollada por tus
diamantes de niña buena. Tan violinista mía, girasol de roble interminable, comete la luna
para que las noches sean sabor universo.
Habrá que
embarazarse de jamases y guerras.
Habrá que ponerse el sol de colgajo en el
culo para arrastrarlo como un vestido de novia y que el asfalto se llene la
boca de tu luz.
Los días
están pasando. ¿Los ves? Y al lado nuestro esas luciérnagas se mecen, también,
con el furor de los fantasmas.
Y crujen las ramas de un árbol cualquiera en ese
vientito de tus suspiros.
Lucía, corazón verde agua, te quiero
mágicamente. Llorá siempre, pero mientras sonreí como niñita.
Noelia Palma
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