Carta para Lucía





 
Roberto Liang



Querida Lucía: lo único atroz es el rayito de olvido que te veo suplicar. 
Yo sé que tu corazón ya no es un corazón sino una cosita repleta de mundo vaciado. Octubre es hipócrita igual que septiembre y no quedan siquiera esas plegarias. Tuvimos la tristeza entre las manos y la hicimos alzar en comunión a los ángeles (esas palabras zorras que son nuestro equipaje).
Hermana, amiga, pequeño delirio de coágulos sobrevivientes, tan degollada por tus diamantes de niña buena. Tan violinista mía,  girasol de roble interminable, comete la luna para que las noches sean sabor universo.
Habrá que embarazarse de jamases y guerras. 
Habrá que ponerse el sol de colgajo en el culo para arrastrarlo como un vestido de novia y que el asfalto se llene la boca de tu luz. 
Los días están pasando. ¿Los ves? Y al lado nuestro esas luciérnagas se mecen, también, con el furor de los fantasmas. 
Y crujen las ramas de un árbol cualquiera en ese vientito de tus suspiros.
Lucía, corazón verde agua, te quiero mágicamente. Llorá siempre, pero mientras sonreí como niñita. 


 Noelia Palma

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