Correspondencia

Mi hermana Muñeca de A:
Estoy arriba de la desnudez de los árboles. El otoño apagó las hojas contra el piso, lo que sabes vos de drenar a la muñeca. Pero hoy no llueve y tampoco hay sol. Día de no tener ganas de tirar la taza y que rebote enajenada en las manos para saber mi sangre. Lo irremediable. Mi vientre crece, y no es ningún hijo. No hay madres. Mi vientre crece porque no sé recibir lo inesperado de las flores.
Muñeca, hago de mi cuerpo un ejército para latir.
Quiero visitarte. Dormir en la casita que te regalé para las noches de denso color y oxígeno. Hablarte de la belleza como una injusticia enorme. Como sal. O acaso darte agua y acariciar tu poesía desde tu pecho abierto.

Te adoro profundo, escritora.

Lucía


Pintura: Jesús Borda



Pequeña Lucía: tomá este café de la mañana. El árbol que estás mirando por la ventana significa destruir para la construcción del hogar. Lo destruís con los ojos para hacer la parodia del relámpago, para decir llanto, desgarro. Esa grieta creciendo con el amor del mundo para adentrarte. Todo verde y gris como un vestido mientras la música es el temblor. Yo fumo y vos tomás café. Mi hermana toma mucho café y sufre como si se nutriera con el pan de la ternura (que se destruye y se adentra a vos en un cúmulo de cosas, todas perdidas y flotando en las arterias). Yo te hablo de cuando el verano se fue a otro continente y vos escuchás y te perdés en el soplido del humo. Digo: me arrebataron el verano y ahora, ¿cuándo volverá? Aprendí a llorar en infinito, ¿te cuento? Yo estaba diciendo palabras de amor y el otoño se asomó como un torrente de vidas amarillas. Es ilegible decir otoño o primavera. Calor o frío. La enfermedad espera como un murciélago y de golpe el árbol está seco y no hay nada que hacer. Se desmorona sobre la ventana y los libros y las manos, y hay que acariciarlo para acunar su última vocación de combate frente a los mosquitos. Proteger, Lucía, siempre es acunar lo reseco y ardido en esperanza. Preguntás cuál es la esperanza que nosotras forjamos. Contesto, el amor: honrarlo encarnizadas a fuerza de llorar frente a los derrumbes y construcciones como castillos. Ojalá te duela tanto el amor como el otoño, la vida es algo así, un poco de dolor rasgando las venas para comprender mejor la noche.

Noelia 

Querida Lucía


Imagen: Margarita Georgiadis



Te escribo, querida Lucía, para contarte cositas. Como si una carta pudiera decir, de a poco, esa botella que se fue hundiendo porque el agua del mar la llenó. Me pregunto cuál es la profundidad que alcanza la botella. 
Te traigo el mar...
Mi madre me ha regalado un trébol de 4 hojas, un libro de Lispector y todavía se alegra cuando traduzco Bukowski. Sí, se alegra tanto que abre el archivo como esperando que en algún lugar diga tu hija es la mejor traductora, la poeta del siglo y está orgullosa porque no hubo que internarme. También me da el antidepresivo como si fuera un regalo todas las mañanas, la sonrisa rebosante, las ganas de que viva. Un día y otro, una secuencia imperfecta porque yo a veces quisiera no más días ni mañanas, ni regalos caros. Sólo alguna música, me gusta Joaquín Sabina. ¿Sabías que todas sus canciones son para mí? Me lo dijo un muchacho precioso una tarde y lo abracé tanto que me arrancó los brazos y se los llevó para que lo acune, cuidándolo, cada noche. Soy la destripada de los poemas, la piba que no internaron y sé que incluso vos estás orgullosa de mí porque siempre que se tiene hermanos es para el orgullo. Miren todos, mi hermana escribe libros enteros para la desesperación. Miren, mi hermana vive un día más. Esto que te digo es un mundo enorme. 
Mañana Jesús se recibe de ingeniero. El 28 vuelve el chico despeinado y estoy gritando porque no quiero que se vaya. 
Me hice una tintura caoba en el pelo. No te mando fotos porque ya sabés que me queda bonito. Lo decidí por aburrimiento desafiando las promesas hechas. De todas formas no me tapé las canas porque aún no han salido. El día que las tenga me verás el pelo blanco: esta promesa no voy a deshacerla porque no me voy a aburrir peinándome el vestido de novia. Va a ser hermoso y plateado y arrastraré una cola larguísima como los días que transcurren de aquí en más. Entre las cositas que te cuento está el amor. Fui al cirujano y me vacié un pedazo de boca. Ahora, cuando sonrío, se trasluce lo que falta. El cuerpo habla, Lucía, y hay que traducirlo amputando. Mi perra sigue bonita. Mi abuela me regaló un perfume hermoso. Y mi tío habla cada vez menos. 

Ah, no estoy embarazada, si eso es lo que querías saber. 

Enciendo un cigarrillo y adiós. Adiós, querida significa: resuena una campanita en el pecho anunciando el parto. Adiós. 



Noelia

un nombre solo



s/d del autor de la obra



Juguemos a que soy lo que siempre desearon en el error tus verbos
muero mi sexo lo velaré detrás de tus ojos y que tu edad lo entierre
un poema no editado después seré lejos del abandono de los hombres con hijas sedientas entre los libros y los ojos en el mar
Hola abrí la boca soy tu padre acabaré tus voces lo desclavaré de tu pecho
ahora hay un hombre solo exiliando tus temporales

Lucía Santillán

la placidez de la mañana

Noelia, mi siempre ave:

Te escribe la que soy con el cuerpo gritando en fiebre (la melliza que no parece invierno). El lenguaje de la enfermedad habla feo, escupe, dice flema pero es el de verdad. Por la mañana un recuerdo de delirio cuando yo tenía cuatro años: la fiebre como firmamento y en el techo giraba el ventilador de mi primera casa. Se rompía y las aletas cayéndome sobre la cabeza. El mellizo con mi misma edad de ahora le pedía a su madre que ocupasen las manos en caricias solo para ellos. Empecé a toser, esa música le hizo mal a los huesos, abrí los ojos y la verdad era que tenía la cabeza lastimada, que la sangre se había ido a la garganta y que me ahogaba el lazo familiar ausente. Por momentos me encuentro pidiendo que alguien llame a mi hermano y a mi madre, que vengan a amarse delante mío, que yo estoy enferma y sola. Hay otro dolor de verdad; mostrarme hacía los leones y jurar repararme con las puertas y las ventanas desgarradas. No es fácil invitar al viento para curarme. Pero quiero hacerlo, no quiero volverme hacia el frío. Prefiero esta enfermedad de amenazarme y estudiar el vértigo.
Quiero estar bien para abrazarte Noelia. Para enseñarte que será amor, el velorio que deja el amor cuando se va.
Un trébol y la estrella fugaz.

 
Niniane Kelley


Lucía,

Metete la estrella fugaz en el culo y haceme lucecitas.
Cómo se te ocurre que el amor es el velorio del amor. Por ejemplo, yo dibujo el odio sobre el tapiz de todo lo que se extingue, y perdura. Imaginate mis muchos bracitos dibujando sombras para adorar. Sombras y sombras que apaguen y enciendan la habitación y te rodeen y no sepas cómo salir. El odio asfixia, eso es la belleza. 

Alberto dijo en un poema: "El odio, /amor dado vuelta, /araña la placidez de la mañana."

Del otro lado de la ventana está el algo, latiendo y es luz. Pero está poblada de cosas absurdas.
Entonces el tapiz de lo extinguido se cuelga como un cuadro que pende de mis ojos. Hice dos alcantarillas hermosas con mis ojos para verlos supurar cada vez que voy al espejo.

-Afuera hay un hombre que golpea. Es hermoso y nuevo como siempre la música. Dice que quiere aprender a hacer llover porque yo se lo he pedido. También dice que soy bonita. No le voy a enseñar el odio, y creo que ya conoce la belleza.-

Vos, a tu familia le debés la tos convulsa y la fiebre hecha de tu nombre verde árbol. 
Un asco porque los bichos constantemente hacen la volandería del suicidio.
Te hablo en serio, Lucía, el odio a veces es tan suave que acaricia y enamora.
Sigo dibujándolo en sombra tornasolada.

Sigo hundiéndome, a lo mejor si me buscás palabra por palabra, enlazada a la noche, te doy el portazo, el golpe verdadero hacia falta mucho, o nunca.  



*para leer el poema completo de Alberto Ramponelli: ACÁ 

La conciencia no existe

a Jesús Borda


"La conciencia no existe, Pero aún así no hay derecho a tanto irse, a tanto viaje alrededor de mí"
Diarios de Alejandra Pizarnik, 16 de junio, 1962





Precioso, Jesús, estos días tu nombre fue azul en los cerros y más arriba. Te recordé en los Valles. Olvidé preguntarte qué tonos vivos emitió tu cuerpo cuando ocurrió la noche. 
Yo una vez subí, era verano, pero hacía mucho frío, tuve que abrirme para darle a mi violín el calor del autismo. Después fuimos izados con ternura y escalofrío. El rostro se habita por la desesperación de luces atravesando cuerpos. Y el enigma en las pupilas. Quisiera que los tres estuviéramos en los Valles, dedicando la mirada hacia lo alto. Vos estarías en el medio, entre N y yo, siempre en posición de cuidarte del poema, pero con las manos liberadas de las nuestras, para que nos digas cosas, como que las estrellas son otros planetas corrigiendo nuestro llanto. 

Pronto los poemas y el violín 

Lucía.




Jesusito:
Por un momento imagino que sos un nenito y entonces te digo: hola cosita bonita de la tía, y te siento a upa mientras cantamos una canción y te pregunto qué vas a ser cuando seas grande. Deposito en vos mi primer deseo y respondés: Astronauta. Y claro, cómo no vas a ser astronauta, mirá si te vas a quedar con los pies en la tierra. Hacés la demostración de tu nave espacial y jugando mostrás la primera incomodidad con tu cuerpo, en tu llegada a la luna los pies son pesados. La única urgencia será crecer para volar al espacio y hacer que una estrella fugaz te dure toda la noche. ¿Te imaginás el lenguaje fabuloso con los astros mientras viajás en tu nave? Se me olvidó decirte que ser poeta es bastante parecido, teniendo en cuenta que la sensación de libertad es una tragedia muy importante.
Que no te sea leve.
Noelia.

Tocar mejor la muerte



Página autógrafa de lPolonesa heroica en la bemol Op. 53.


1

Madre me mira fijamente
hay un dolor, algo, que no comprende
dice: tenés una joroba musical, y contesto
la epilepsia tiembla al revés.

Nos iremos algún día, insisto. Partiremos de aquí con una valija pequeña
adentro el café, los cigarrillos, Chopin.

A veces no cree que hablamos el mismo misterio.


2

Los platos en la cocina siguen sin lavar. La cama sin hacer. La vida sin ponerse su propio nombre.
Como una fotografía me cierro en posición de piano.
Alguien vendrá, yo estoy esperando, y desaparecerá esta casa llena de resurrecciones, para tocar mejor
la muerte.


3

Noelia dice que ya no hay lugar en el mundo
pero viene Chopin
trae sus manos de piano envuelto de aves
y le atraviesa la ruina
y los colores arden

Es un altar el filo los picos contra la carne
removiendo el trepidar de las sombras
es almorzar el respiro
sobreviviente
y colgar en el centro del monstruo
un metal precioso

y la niebla es rojiza


Stewart Edmondson

dedicado, exclusivamente, a nosotras mismas

Lucía dijo:
"Soy este frío / No soy este frío

Tengo nuestros nombres persistiendo en el fósforo"

Yo enciendo un cigarrillo y la niebla es rojiza. El mar congela
si no tenés un libro de poemas cerca

el fósforo se hizo navaja y tirita
en el lugar de los residuos,
quiero decir, de nuestros nombres; que uno a uno fueron quemándose
como un milagro
dentro de una tacita de café